25 may 2009

SUEÑOS DE GLORIA


(Al Club Atlético Atlas, y en él a todas aquellas instituciones que aspiran a llegar a la cima)

Cuando la vi en el aire te juro que me dí cuenta que entraba, no había otro destino posible para la pelota que no fuera besar la red, caer mansamente por sobre el arquero y picar una, dos y tres veces, hasta quedar dormida, como un bebe recién acunado por su madre, en el fondo del arco, como esperando que se desate la locura y así, ella ver todo desde ahí, desde ese lugar privilegiado en el que la había depositado Wilson, con esa peinada suave adelantándose al “dos” desesperado por cerrar y al puño errático del “1”.
Cuando el destino se tuerce, se tuerce y listo, y así a veces te da la espalda como cuando salimos últimos y tuvimos que estar desafiliados un año, y otras te da la chance de la gloria, como en este torneo, donde se daban todas. El comienzo del torneo fue con ilusiones, como siempre, pero con pocas expectativas. Plantel desangrado por la mediocre campaña anterior, sin incorporaciones y apostando a los pibes y algunos históricos que habían sobrevivido los duros años anteriores. Paso a paso, a lo mostaza, las cosas se fueron dando, y cuando el carro se pone en movimiento los melones se acomodan solos. Seis triunfos al hilo, dos empates y tres victorias mas y los pibes se agrandaron, encima Wilson estaba intratable, Molinari y Ruiz Díaz a full y la defensa afianzada, la gente empezó a percibir, a intuir que ese podía ser el gran año.
La primera rueda terminó con “el mate” seis puntos arriba de Atlas, “el doque” a cuatro y Lugano compartiendo con nosotros la tercera posición. Liniers, Paraguayo y Yupanqui cortados en el fondo luchando por “no desaparecer un año”.
Promediando la segunda rueda el equipo amagó a caerse, pero logró mantener el invicto en “el santuario” con un empate sobre la hora y con ocho jugadores contra Argentino de Quilmes, y un dos a uno agónico contra Puerto Nuevo. A pesar de dos derrotas de visitantes, se ganó en Dock Sud y en Burzaco y la diferencia con los líderes se mantuvo.
Se había logrado regularidad, y una comunión equipo-gente que no la tenían ni los grandes de la categoría ni los clubes de la “C” y me animo a decir que ni en la Primera se veía tanta fiesta. El Ricardo Puga explotaba cada vez que Atlas jugaba de local, se llenaba de trapos, bajaba “el telón” desde la popu, había fuegos artificiales cuando el equipo pisaba el verde, todo era algarabía, solo faltaba el detalle final, la frutilla, lo que nunca antes se logró: el ascenso.
El tramo final de la temporada encontró al “marrón” enchufadísimo, no se perdió más, y llegamos a la última fecha un punto debajo de Argentino, que jugaba de local con el “docke” y estaba tres puntos atrás del líder. Atlas visitaba a Liniers, que necesitaba un punto para salvarse de la desafiliación.
Las cartas estaban jugadas, había que ganar y esperar una mano de Dock Sud. Hasta se podía dar un triple empate, pero la gente ni pensaba en definiciones inéditas ni en el segundo puesto ni en el reducido, todo el mundo esperaba la vuelta olímpica y justo en Liniers.
Los pocos que estuvimos en el partido final, lo sufrimos de colados en la tribuna local, (por esas idioteces que tiene la AFA y no permite público visitante en el ascenso), tratando de pasar desapercibidos entre tantos hinchas que mas que salvarse querían arruinarle la fiesta a la cenicienta de la D.
El primer tiempo terminó 0 a 0, con ellos metidos atrás y Atlas con más nervios que ideas, lo bueno era que “el mate” perdía 2 a 0, y eso nos llevaba a una definición entre los tres.
La segunda etapa empezó igual, “el puma” tratando de hacer la diferencia y el local defendiendo con los once. Cuando faltaban 15 min. Argentino descontó, pero todo seguía igual, los tres empatados, hasta que faltando 2 o 3 min. Llegó el corner desde la derecha. Cuando Ruiz Díaz le pegó a la pelota y Wilson se comenzaba a elevar, justo en ese momento fue como si el mundo se hubiera detenido, como si las piezas del rompecabezas esquivo del destino se encastraran de golpe y todo tomara un nuevo rumbo, una dirección extraña para muchos, pero muy esperada por algunos, por los menos, los mas sufridos, los marginados de siempre. Justo cuando la pelota venía en el aire, empata Argentino, y justo cuando un cronista perdido de alguna radio gritaba la novedad desde la cancha del docke, Wilson la peina y desata la locura. La redonda quedó mansa contra la red, como tratando de entender lo que pasaba, lo que sucedía en ese torneo tan extraño en donde los poderosos “desaparecían” y los que nunca habían logrado algo antes se daban el gusto de subirse al carro de la gloria que por fin los llevaría a otra categoría.

Este cuento fue premiado y publicado en la pagina http://www.atlasmarron.com.ar/, un gracias enorme a todos los amigos del Puma del oeste

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