8 jun 2009

EL CAUTIVO DEL SAN MARCOS


Al baño tenia que ir, cuarenta y dos minutos y dos abajo, ¿Qué se iba a perder? Tenía que ir y fue, si el salame le había caído pésimo y ya no había chances, al menos eso suponía. Nunca vi a alguien putear así a un salame, pero si te pones en su lugar tenía razón. Imaginate que no pudo ver las ultimas catorce fechas del campeonato, y más siendo El Gordo Sánchez. Era socio del Deportivo San Marcos desde los doce, y todos los domingos se juntaban en su casa, con la picada y el vermu´, El Fabri, El Colo y El Chata, le decían Chata por la cicatriz que se hizo cuando estuvo internado. Resulta que los del hospital no le traían la comida, y le revoleo una chata a la enfermera, pero la enfermera se la devolvió y le tuvieron que coser cinco puntos en la frente.
¿Por donde iba? Ah, El Gordo fue al baño, se sentó e hizo lo que todo mundo. Mientras desde el living se escucho el sonido de un milagro. El grito de gol retumbo por todo el pasillo hasta los oídos del indispuesto. El pobre quiso ir a ver pero las tripas no lo dejaron. En menos de treinta segundos se repitió la euforia, el club de sus amores había empatado un partido clave y el, esclavo de su indigestión, se lo había perdido.
En eso golpea la puerta El Colo gritándole:- Gordo, quedate ahí que nos traes suerte. Y El Gordo se quedó, muy a su pesar, pero se quedó. Ya pisando el final del partido, un contraataque afortunado del Deportivo encontró a un arquero en soledad. El tres a dos y el pitido del silbato dictaron la sentencia, y tres jueces acordaron la condena:”El Gordo se queda en el baño hasta que tengamos la copa”.
Y así fue, todo partido que jugara el Deportivo, raptaban al Gordo y lo dejaban en el trono. Pobre, imaginatelo: solo, con el gorrito y la bufanda del club, sentadito en el inodoro, sin otra compania que el goteo de la ducha y los gritos que resonaban de la pared.
Igual se las rebuscaba. Después de tres partido sin poder ver nada, se intento escabullir por el living a lo del vecino, pero como El Fabri le había contado a todo el barrio, que ¡oh, casualidad! Eran todos socios como El Gordo, al toque lo tenían devuelta en su prisión, pero esta vez con llave.
Cinco partidos ganados por goleada y El Gordo cada vez mas desesperado. Al sexto domingo, pasó algo raro, el referí cobra falta que le cede un tiro libre a favor del Cruz Azul a veintiséis metros del objetivo. Como salio lesionado el tirador favorito entro El Chucho Gómez, un queso. Ninguno se agito mucho, por la falta de ángulo de dicho tiro, pero hasta no ver la repetición nadie se creyó la comba con zurda que se mando el pibe, colocando la pelota hasta el fondo de la red. El Deportivo perdía y las miradas no paraban de cruzarse. La respuesta, una sola...”El Gordo hizo algo”. Los guardias abrieron la celda con violencia y encontraron al prisionero con las manos en la masa. El tipo se había escondido una radio portátil en una bolsa de esas herméticas, ¿viste? Bueno adentro de la mochila del inodoro. Le retiraron la radio de los dedos y se la rompieron delante de el. Puteada va, puteada viene, el San Marcos gano tres a uno.
Pasame la lavandina, bueno, varias semanas de cautiverio pasaban, hasta que llego el partido final. Si ganaban ascendían y todo dependía de una sola persona. Como siempre El Gordo al baño con doble candado y arriba una amenaza:- Si perdemos te cagamos todos a trompadas, mira que le dijimos a los muchachos de la barra brava, a los vecinos y hasta al presidente del club- le avisó El Colo. Pero al Gordo no le importaba nada, era un momento muy importante y no le podía fallar al Deportivo, a su Deportivo, tenia que estar ahí. Cuando los muchachos se fueron a la cancha, El Gordo descubrió el túnel de escape que había preparado con paciencia y sudor para la ocasión. Fue sacando los azulejos de la pared, y donde tendría que haber ladrillos y cemento, había un hoyo que daba a la calle, la soñada fuga.
Lo que le costo pasar por el agujero, no había calculado muy bien las dimensiones. En fin, cuando salio tenia puesto un sobretodo, unos lentes de sol, la bufanda y la gorra del San Marcos. Ya camuflado, se encamino a su destino.
Llego tarde, porque todos los remisseros conocían la magia de su historia y si llegaba en el auto se iban a dar cuenta porque era el único que tenia los colores de la camiseta de su club, un Falcon amarillo y verde a rayas, no muy sutil. Cuando entra la situación era cero a cero y veintidós minutos del segundo tiempo ya jugados.
Se sentó por primera vez lejos de sus amigos y vecinos, bancandose los cuarenta grados que azotaban el campo de juego, y se ahorro los gritos y cantitos para no delatarse con su voz grave que desafinaba cuando aumentaba el volumen. Nunca tuvo tantas torpezas el San Marcos. Se cumplían cuarenta minutos de faltas, tiros afuera, travesaños y un referí que no estaba precisamente a favor del Deportivo, con que te diga que el ahijado era el DT del otro equipo te aclaro todo. Llegaban los cuarenta y tres y las tablas no parecían querer irse del marcador. De repente, el referí vio una falta en el área del San Marcos que daban dudas acerca de la capacidad visual del arbitro.
Penal, penal que superó a la fuerza de voluntad del Gordo.- ¡¿Qué mierda cobras?! ¡Pelado puto!, ¡¿tenes los ojos en el culo?!-se desclavaba El Gordo, ni todos los gritos del mundo taparían semejante exclamación. Fabri, El Colo y El Chata apuntaron con la vista al objetivo. Lo agarraron del cogote, Fabri de atrás y El Colo por delante, y cual asesino profesional, El Chata los dirigió al baño de la cancha para liquidarlo. -¿Vos sos boludo? Vos no sos hincha como nosotros, ¿no podes hacer un sacrificio para que ascendamos?-le dijo el Colo -vamos a perder, vamos a perder por tu culpa- agrego El Chata mientras lo empujaba. Y cuando los muchachos afilaban los nudillos para ejecutar a su compañero, una ola de gente irrumpía en la habitación, era la barra brava del Deportivo San Marcos, pero no venían a descuartizar al Gordo como el temerosamente pensaba. En sus caras se veía felicidad, la clase de felicidad que solo puede ser generada por una cosa.- ¿No escucharon nada?-dijo uno de la multitud- ganamos muchachos, y todo gracias a ustedes. Lo que había pasado era que mientras ellos metían al Gordo al baño atajaron el penal y en un pase rápido convertía un gol el Deportivo que definía el partido en dos minutos y un manojo de segundos del adicional. El Deportivo San Marcos había ascendido porque el místico círculo del baño y El Gordo se había completado. Los cuatro amigos se abrazaron fraternalmente y toda la hinchada los alzo en hombros y los llevaron a la cancha con los jugadores cantando:”Por El Gordo y sus amigo’, ascendimo’ al Deportivo”. Y por eso estan estas cuatro butacas en el baño, estan reservadas para El Fabri, El Colo, El chata y El Gordo. Dale sigamos limpiando que ya empieza el partido.


Cuento de Vladimir Stevns. Muchas gracias por participar en nuestro blog.

1 comentario:

  1. jaja esta bueno el cuento... vamos gordo q en algunas de esas llegamos a primera :p

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